Viaje a Varkala, India 13

Día 15 – Traslado de Alleppey a Varkala

Me despierto con dudas. Ahora tras ver la vida y el mundo que hay en los backwaters el quedarme en la ciudad una noche más no tiene para mí ningún sentido.

Intento encontrar plaza para vivir con una familia en los canales o pasar una noche en una casa flotante pero con tan poca antelación no encuentro una opción clara a un precio razonable. Así que por alguna fuerza que no entiendo (aunque motivada por un problema en mi reserva y el no acabar de conectar con la gente que conocí aquí) algo me pide moverme, y algo me pide improvisar. Cancelo la reserva en Kovalam y hago una en Varkala, pienso en estar un día más y tener más posibilidad de allí ver elefantes en libertad, tarea que llevo buscando desde que llegué y está siendo complicada.

No lo pienso más. Empaqueto mis cosas, busco la mejor forma de llegar hasta allí, compro billete de tren y hago tiempo callejeando y aprovisionándome con naranjas y chips de banana ya que los días de traslado toca comer a deshoras o no comer.

Miro a mi derecha y lo veo. Como un espejismo, un golpe del destino, una señal que solo yo interpreto (o solo me imagino): un elefante, lo que tanto llevo buscando.

Decidida me recompongo y voy a la estación de tren donde encuentro una nueva compañera de viaje con la que empezar una aventura en Varkala.

El trayecto en tren increíble, como siempre. Compartiendo chips con los compañeros de viaje, dejando que el viento y el sol me de en la cara y reflexionando sobre lo que entre tantas dudas saqué en limpio hoy: hoy acepto al fin mi feminidad en un país en el que no está bien visto que te expongas.

Sigo vistiendo de forma moderada pero por primera vez no miro hacia abajo haciéndome pequeña al recibir miradas, sigo mirando al frente, convencida de lo que soy y de lo que el entorno significa para mí. Les desafío en más de una ocasión devolviéndoles la mirada, retándolos, como un juego. Se acobardan.

Me doy cuenta de que una gran parte de hombres tienen un fuerte rasgo de inocencia, en algunos casos casi infantil, que resulta extraña y a veces tierna. En más de una ocasión, al interactuar con ellos me veo en un viaje al pasado, lidiando con amores adolescentes tan intensos como pasajeros. Fue extraño volver a oír expresiones que solo leías en esos mensajes anónimos de San Valentín en el colegio, cosas como «me robaste el corazón», «dame tu número please please please please», «esa es mi moto» (como si fuese objeto de ser impresionable con un vehículo), «te veo luego» y te esperen durante horas más tarde apareciendo peinados y vestidos arreglados,…

Realmente una experiencia que no olvidaré, una hermosa retrospectiva a un tiempo donde el concepto de amor, todavía puro e idílico, te hacía creer en la magia y sirenas.

Y así, dejándome llevar por mis pensamientos, la brisa me azota en la cara para traerme de vuelta a la tierra, a este tren que se detiene en un nuevo destino. Vamos allá.

SARA HORTA. 1-12-2015, Varkala

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