Mumbai, India 16

Día 19 – Mumbai, despedida

Mumbai me recibe con los brazos abiertos para darme la patada hacia casa, la mía, mi hogar con los míos.

La llegada es algo increíble. Estar en el mismo aeropuerto que días atrás, cuando llegué tan perdida, y ahora sentirme arropada con esa opulencia que no me abruma y el suelo enmoquetado, familiar, que me invita a descalzarme. Reconozco las calles desde el taxi e indico al taxista como llevarme al hostel.
Paso el día deambulando, enviando postales, buscando silencios.

El viajar sola provoca que más de una vez hoy diga que no a planes que sí me apetecen: conocer más a Madhu Somaiya jubilado exprofesor en la universidad que me ofrece su casa para mi y mi familia si vuelvo a Mumbai, ir a ver un rodaje en las afueras con un taxista con el que acabo de cerrar la recogida para ir al aeropuerto, o ir a cenar a casa de un nuevo conocido con sus 11 hermanos y 7 hermanas.

La clave de este país está en su gente y por miedos no me abrí lo suficiente como para tener la experiencia completa.

Así que aquí estoy, esperando la puesta del sol en Marine Drive, buscando un silencio tan difícil de encontrar y observando un skyline que no reconozco, de una gigante ciudad de la que solo conozco el latido; símbolo de un gran país del que solo reconozco mis ganas de volver y conocerlo de nuevo. Más abierta, más pausada y más receptiva. India tiene demasiado que ofrecer, mucho más de lo que estuve dispuesta a recibir.

Para acabar el día me doy un homenaje con una buena cena. Me tratan como una reina y noto a mi alrededor un aire de respeto, esa clase de respeto de gente que entiende que no debe ser fácil estar sola, siendo mujer, tan lejos de casa y aún así entrar en un bar lleno solo de hombres y pedir una cerveza.

A la noche voy a las escaleras de la biblioteca pública, lugar en el que siempre encuentro una extraña paz para este cerebro occidental.

No defrauda. Observo bajo mis pies el palpitar de una ciudad en la que se levanta aire, esa familiar brisa cálida que suele aparecer por las noches.

Observo tranquila y sola una India que no me es extraña, ya no la veo con los mismos ojos porque cambió mi forma de mirar. La reconozco ahora familiar y cercana con el cariño de quien te ha ofrecido tanto por tan poco.

Gracias India, por darme lo que yo, sin saberlo, venía a buscar.

Hasta pronto ❤️

SARA HORTA. Mumbai, 5-12-15

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