Dar es Salaam, Tanzania 12

Días 18 y 19. Regreso a casa.

Paje – Stone Town – Dar es Salaam – Nairobi – Amsterdam – Madrid – A Coruña/Oviedo

(Suena reagge en toda la isla)

El último día en Tanzania es una bonita metáfora de este viaje, de Paje deshacemos el camino andado, paso a paso, dalla-dalla a dalla-dalla, taxi a taxi y ferry a ferry hasta volver al origen Dar es Salaam acabando nuestra última hora con el primer conocido. Tarde de cervezas y piscina con Matt mientras cae el último sol y cena que cierra este círculo perfecto. Círculos que tanto me gustan. Principios y finales. Y tras el final un nuevo principio.

Ante nuestra quedan muchas horas antes de llegar a casa. Tenemos una transición suspendida en el tiempo viajando entre países antes de llegar al lugar donde hay quien nos espera.
Me veo a mi misma decaída, sin fuerzas intentando escribir en esta libreta una conclusión a un viaje increíble, pero sigo con la mirada perdida y la mano quieta en diferentes puntos del trayecto…
Hemos estado de aventura en el paraíso, pero esa clase de paraíso que encierra algo más. Si hubiésemos ido del aeropuerto al hotel en la playa en un taxi con cristales tintados habríamos estado en un lugar que tanto podría ser Zanzíbar, Cancún o Maldivas. Daría igual. Pero, si decides caminar al margen del camino fácil, conoces algo que va más allá que una foto perfecta.

África no es perfecta. No.

África está en sus calles sucias, en sus niños gritando Jambo! En los dalla-dallas imposibles, en las conducciones temerarias, en la mezcla de culturas, en la lucha con su gente, en el ferry con los residentes, en sus calles sin luz, en los masais por todas partes, en el ritmo que tienen, en sus ganas de fiesta y en la agresividad de sus ventas. En las miradas que te agradecen y en las que te repudian. África está en su forma de hacer que no encajes, en su forma de hacerte sentir fuera de lugar, en la gente que camina descalza y pierde sus sandalias. En los ejecutivos, los universitarios y en los que piden para comer. En el desorden y en cómo encuentran su lógica, en la lluvia de billetes en el autobús, en el que no te den las vueltas, en que se quieran aprovechar, en el que te ayuden, en el que te quieran engañar, en el que te asusten, en el que hacen que estés a salvo. En desconfiar y en confiar, en entenderte y en no entenderte. En sus shillings, en la fruta y en la sencillez. En sus mosquitos, sus ratas, sus cucarachas. En su arena blanca, agua cristalina, atardeceres mágicos, en su verde salvaje y sus animales enormes. En la falta de perros y en la sobra de gatos. En su «hakuna matata» y en su «pole pole». En la gente en bicicleta y subida a camiones. En su variedad, en su color y en su cariño. Está en nuestras diferencias y en todo lo que nos une.

África no es perfecta, no.

África es única y en ella me sentí especial, me sentí acompañada, resguardada y protegida. Me sentí bien recibida y que encajaba. Me sentí fuerte, brava, tímida y desafiante.

Transitaré en estos aviones filtrando y vaciando esta mente hiperestimulada, para que desde que llegue, desde que abrace a los míos, pueda empezar a quemarse ese nuevo rasgo en un lienzo ya moldeado. Se está tatuando con fuego y de forma automática y permanente algo que nadie podrá quitarme, jamás. Un tesoro apegado al alma que luciré con orgullo como los demás conseguidos en anteriores viajes. Y no puede hacerme más feliz en este caso compartir esta fase de crecimiento personal con quien tanto llevo vivido.

Jairo maduramos juntos, cada uno a nuestro ritmo y en nuestro tiempo, pero me alegra que por una vez hayamos subido un escalón juntos. Será difícil explicar esta experiencia, lo enseñado y lo secreto, lo que supuso para nosotros y lo increíble que ha sido. No entenderán por qué lloramos sin motivo. No tendremos palabras y la gente no lo podrá entender porque no sabremos explicarlo, pero sé que a ti podré mirarte a los ojos y al decirte eso de «te acuerdas cuando…?» En tu mirada y la mía lo sabremos, sin necesidad de más palabras, que hemos vivido una experiencia para recordar toda la vida.

Cómplice y amigo, me has entendido, hemos compartido y nos hemos reído, mucho, cada día, permitiéndome ser bruja, salvaje y libre.

Me siento agradecida por crecer a tu lado. Te quiero Jai.

SARA HORTA. Amsterdam, 22-05-16

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